Juan Diego, según la SEP


En violación al artículo tercero constitucional, la Secretaría promueve la versión de la existencia de Juan Diego y de la aparición de la Virgen como un hecho histórico cierto.

Según la Secretaría de Educación Pública (SEP), Juan Diego es un personaje histórico, y la aparición de la Virgen de Guadalupe no es un mito o leyenda, ni un supuesto no confirmado, sino un hecho.

Con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México en septiembre de 2010, el gobierno federal hizo llegar a 27 millones de hogares en todo el país, por correo y de manera impresa, el libro Viaje por la historia de México, escrito por el historiador Luis González y González. La SEP agradece a la editorial Clío la cesión de derechos para su quinta edición, correspondiente al año 2009 (por cierto, la primera se tituló Álbum de historia de México, puesto que destaca la gráfica que ilustra las distintas etapas de la vida nacional a modo de folletín).

El libro, de 68 páginas en tamaño carta y papel bond a cuatro tintas, comienza con una presentación del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, en la que plantea que la obra es una que el gobierno federal decidió “rescatar”, “dirigida al lector general de México”, a modo de respuesta a preguntas como cuáles fueron los“hechos y proceso fundamentales” y quiénes fueron los “personajes decisivos” en nuestra historia.

En la página 25, correspondiente al capítulo “La Etapa Barroca”, una sección se titula “Virgen de Guadalupe”. Bajo la ilustración del busto de su imagen dice: “A la conquista de México-Tenochtitlán, siguió la conquista espiritual de sus pobladores. La fe cristiana, rápidamente asimilada por los indígenas, se fortaleció cuando la Virgen de Guadalupe se apareció en el cerro del Tepeyac, según el relato del indio Juan Diego. Como prueba, Juan Diego presentó al obispo fray Juan de Zumárraga la imagen de la Virgen impresa en un ayate de tela burda. Esto ocurrió en 1531. Vista con escepticismo por los primeros misioneros, la imagen se hizo popular entre indígenas y mestizos; su fama creció en el siglo XVII cuando se pidió su intercesión para evitar las pestes e inundaciones que asolaban la capital. Nombrada Patrona de la Ciudad de México, se convirtió en el primer símbolo de la nación mexicana. Después del Grito de Dolores, Miguel Hidalgo la utilizó en su estandarte como emblema de la Independencia”.


En el texto el historiador expone a Juan Diego como una persona concreta, y no como un personaje mítico del cual no existe prueba histórica concluyente de su existencia, y expresa que la aparición es un hecho y no una alegoría, una creencia o una leyenda, puesto que da por cierta la presentación de una “prueba” a otra persona en determinado año. “Esto ocurrió”, dice.

El editor (la SEP) no hace ningún deslinde de estas afirmaciones, de modo que asume el contenido íntegro del libro como propio, por lo que tácitamente implica su conformidad con éste. La versión digital en formato PDF permanece a disposición del público en el portal web de la Secretaría, en la siguiente dirección:

El sitio: http://www.sep.gob.mx/es/sep1/Viaje_Historia_Mexico.

SOMBRAS SOBRE UN “HECHO FUNDAMENTAL”

Que un milagro o aparición milagrosa de un ser supranatural, divino o sagrado forme parte de la Historia nacional está en abierta contradicción con lo que ordena el artículo tercero de la Constitución, tanto porque la educación debe ser laica y “ajena a cualquier doctrina religiosa”, según su párrafo primero, así como porque debe basarse “en los resultados del progreso científico”. En caso de que se considere que la distribución millonaria de este libro masivo no forma parte de la educación que imparte el Estado, aunque su editor sea la SEP, se trata de una evidente oposición a su carácter laico.

Si bien Luis González y González (1925-2003) fue un historiador con merecido prestigio y reconocimientos —como el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, entregado por la propia SEP—, su versión del origen del fenómeno guadalupano puede ser objeto o motivo de debate en un congreso académico, dadas las distintas o contrarias posiciones que al respecto se puedan fundamentar; pero el hecho de que formen parte de una publicación oficial es necesariamente cuestionable y reprochable. Cabe recordar que incluso al seno de la Iglesia católica varias voces han negado que se haya demostrado que Juan Diego existió. Una de ellas ha sido la del padre Manuel Olimón Nolasco, doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana y ex académico de esta institución, quien fuera director general de la Comisión Nacional de Arte Sacro, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y autor del libro La búsqueda de Juan Diego (México, Plaza & Janes, 2002). El texto completo se encuentra en su sitio web (http://www.olimon.org/manuel/libros/juandiego.htm), donde Olimón concluye: “Un abundante cúmulo de sombras se cierne sobre el personaje y éstas no se han disipado. O, dicho en otros términos, continúa en pie la búsqueda de Juan Diego”.

No puede olvidarse que Guillermo Schulenburg Prado, quien fuera abad de la Basílica de Guadalupe durante 33 años, dijo en 1995 a la revista Ixtus, dirigida por Javier Sicilia, que Juan Diego “es un símbolo, no una realidad”. La declaración se hizo escandalosa cuando meses después la revista 30 Giorni la publicó en Europa.

Sobre esta supuesta aparición, como sobre cualquiera otra, ni siquiera la Iglesia católica obliga a creer en ella, pues las apariciones no forman parte de sus dogmas de fe. No obstante, como lo indica el libro de marras, para el gobierno de México Juan Diego se cuenta entre los personajes de la historia del país, y la aparición de la Virgen de Guadalupe es uno de sus hechos fundamentales.

| Milenio Semanal

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